En el epicentro de la Serranía de Ronda (Málaga), un poco más allá del pequeño pueblo azul (los pitufos) de Júzcar, entre castaños, bajando por un sinuoso camino por el río Genal, llegas a un valle sumergido en el paisaje. Por su riqueza maderera, por su situación privilegiada, por la de su río y por la cercanía de minas de hierro, se erigió en 1725 y en sumo secreto, la primera Real Fábrica de Hojalata de España. Hoy es sencillamente un paraíso donde Enrique Ruíz, enamorado de la tierra y atraído por la pasión de la vitivinicultura, reconstruyó e hizo resurgir esta increíble construcción a la que acompañan hoy sus tres curiosas viñas y donde se elaboran sus preciados y apreciados vinos.

FÁBRICA DE HOJALATA: FOTOGRAFIANDO UN PARAISO

Es difícil describir con palabras lo que sentimos los miembros del equipo de Al Sur Estudio cuando llegamos a la finca por primera vez. Enrique confió en nosotros para elaborarle un dosier fotográfico para sus vinos, nos habíamos documentado previamente sobre el emplazamiento y sobre el proyecto, pero ante tus ojos se hacía aún más hermoso. Había que vivirlo desde sus entrañas. Y es que cuando te sumerges en la antigua fábrica es cuando empiezas a percibir la auténtica magia de aquel paraje de cuento donde se respira mucho más que historia y vino, donde el tiempo parece que se detiene. 

LUCES, CÁMARAS… TRACTOR

Nuestro reto era intentar plasmar todo lo vivido en fotografía y papel. Con la ayuda de “Arrebatao” (Enólogo), “Chiquitino” (Capataz) y un pequeño tractor, pudimos alcanzar los puntos más inaccesibles para tomar fotos, y de paso ayudando a acoplar dos gomas de riego que aprovechaban la corriente natural del río. Y es que para mostrar el alma de un proyecto hay que vivirlo desde dentro.

FÁBRICA DE HOJALATA: UN PROYECTO VIVO, DOS DOSIERES

Sus construcciones, sus viñedos, cada rincón de la fabulosa y original casa, todos impregnados con multitud de detalles y fragmentos decorativos, algunos escogidos por Enrique, otros por la misma naturaleza, hacen de la Fábrica de Hojalata de San Miguel un lugar único. Hoy su magia está plasmada en dos dosieres, uno en castellano y otro en inglés, que han pretendido aunar y recoger las delicias de este proyecto enogastronómico y cultural y que, como solemos decir: sigue vivo y cambiante, como la propia viña.

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